Sigo manteniendo una relación de amor y odio con la ciudad en la que vivo, quien si no. Me es muy grato en poder pasear por Zaragoza y ver a la gente en sus domingos, aún tenemos una ciudad que los domingos se convierte por un momento en un gran pueblo, con su gente dando de comer a las palomas, con sus mayores en los bancos...


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